febrero 06, 2008

Se te cayó un papel...el que te envuelve, bombón!

Por estos días ha sido bastante comentada la carta de una ciudadana estadounidense a El Mercurio. Ella reside en nuestro país hace unos meses y se ha sentido totalmente molesta por una 'cualidad' de los hombres chilenos (o cualidad latinoamericana) que tiene que ver con el hecho de ser piroperos.
Para ella ha sido bastante lamentable el hecho de que los hombres chilenos, impúdicamente, se atrevan a mirarla e incluso a decirle cosas cuando anda por la calle. Lo que la gente le ha dicho para justificar tal atrevimiento es que es algo cultural.
Como chilena me siento en absoluto acuerdo con Tracy Taylor, la autora de la carta, ya que muchas veces he sido blanco de varios 'piropos', en su mayoría ordinarios. Considero que nadie tiene el derecho de hablarle a una persona por el simple hecho de encontrarla atractiva o rica, es una invasión a la privacidad de la mujer y un abuso de confianza de los hombres. Yo pienso que en nuestro país el hombre se siente con el derecho de mirar, hablar y, en el peor de los casos, tocar a las mujeres por el hecho de que son atractivas físicamente. Una mujer voluptuosa siempre será blanco de miradas impúdicas en el metro, en la calle, en las micros y en todos los lugares que podamos imaginar. Me parece muy desagradable cuando los mirones se atreven a decir alguna cosa que no tiene nada de fino ni de galanteo. Cuando yo era más chica solía ser mucho más atrevida que ahora, en que la experiencia me ha enseñando hartas cosas sobre los hombres y una vez se me ocurrió responderle a un viejo que me dijo un 'piropo' en la calle. La respuesta fue peor que el piropo inicial, cosa que me avergonzó completamente. Desde ese día me mantengo en silencio, aunque mis miradas de odio son constante.
Ahora, con el debate de la carta y el tema cultural, se hicieron muchas encuestas sobre si a las mujeres les gustan o no los piropos. La mayoría respondió que sí, que les subía el ego, que era bonito, que era algo cultural, etc.
Las respuestas de las mujeres son contradictorias con el tipo de pensamiento que dicen tener hoy en día y cuando se creen líderes en latinoamerica por haber elegido a una mujer como presidenta del país (a quien por cierto se le exige un actuar masculino, pero esto es tema para otra columna). Por una parte aparecen todos los días condenando el abuso y el violencia que reciben de parte de los hombres, se condenan los llamados femicidios, se exige igualdad en lo laboral y una serie de exigencias para que de una vez por todas las mujeres sean tratadas con respeto e igualdad. Por ello, me parece contradictorio permitir un abuso encubierto por la cultura y aceptar que los hombres puedan mirar y decir cosas cuando se les ocurra, permitir que se sientan con derechos sobre las mujeres y aceptar expresiones como "mijita rica, linda, mi amor, mi reina" y una larga lista de expresiones que parecen del todo desagradables.
Por eso, apoyo totalmente a la gringa, soy chilena y odio los piropos, odio que se autorice culturalmente algo que no tiene nada de amable hacia las mujeres, sino que es una más de las formas de abuso y poder en contra nuestro.

enero 30, 2008

XVII

Estás ahí.
Sí, aquí estoy.
Hace mucho que no hablamos.
Lo sé.
¿La invitación sigue abierta?
Tal vez.
(Un tal vez que suena a un sí).
Juegas conmigo.
(Juegos de manos, juegos de villanos).
No juego.
Sólo sé que tú y yo nos debemos algo.
Y ya no tenemos toda la vida.
(Debe ser ahora).*

*De "Cuentos extraños e iracundos" (con las fallas espaciales del html)

XIV

Noche a noche aparecía como un fantasma que me observaba desde lejos. Una atmósfera húmeda, como si las gotas de la lluvia se negaran a caer, pero no a mojar. Unos peces que vuelan, rescatando al héroe de la furia de Poseidón, la cruel princesa mira impertérrita la horrenda escena en que el embrujo del mar insiste en devorar al héroe.
Pero el asunto parece mentira. Ya no cree en héroes odiseicos que se atrevan a cruzar el mar por el amor de una mujer. Es para reírse. Y lo hace.
Sin embargo, la humedad del aire es real. Sí está mojada. El héroe corre a su lado, intentando huir de la humedad que se transforma en gotas, en chorros, en ríos, en mares de lluvia, en una cuarentena diluvial, que incita a huir.
La calle, la de los sueños de la infancia. La boca y el silencio. La inmanencia de la sospecha. No más. Es mejor así.*


*De 'Cuentos extraños e iracundos'.

enero 29, 2008

Princesas, príncipes y sapos

Estaba leyendo un texto de un fotolog, en una de mis caminatas de paseante postmoderna, algo sobre los príncipes azules y las princesas, en el que se planteaba la posibilidad de atesorar la famosita historia aún sabiendo su calidad de ficción o, como diría un conocido, su mera cualidad de discurso cultural occidental.
Efectivamente tal historia infantil no tiene mucho asidero en la realidad, pero tal como leí por ahí buscamos la forma de convertirlo en algo concreto y anhelamos que la historia de amor del chileno que se casó con la sueca que conoció en Miami tenga mucho de cuento de hadas y poco de una historia de dos seres humanos que decidieron unirse bajo el tenue discurso del amor occidental.
En este sentido son cientos de ejemplos los que pueden citarse para reafirmar la idea de que el príncipe azul existe todavía y que en algún momento de la vida te puede tocar a ti ser la afortunada princesa y que algún guapo príncipe llegará a rescatarte. Porque en el trasfondo de la historia reside el hecho de que debes ser rescatada y, aunque nos creemos modernas y no necesitamos de un protector, si culturalmente insistimos en la famosa historia, insistimos en que queremos ser rescatadas.
Y qué mejor ejemplo que ese programa de citas de Canal 13, "Amor Ciego". He pensado en la posibilidad de que me pongan al frente no un montón de príncipes, sino de sapos con potencial, a los que debo descubrir tras una serie de pruebas tontas, de citas de cinco minutos, de declaraciones de amor patéticas y mamonas o después de una tarde de juego con críos llorones.

Honestamente nunca me han gustado los hombres demasiado bonitos (excepto un par que resultaron ser un fiasco), la cara no me parece algo trascedental, pero que ni siquiera me den la posibilidad de elegir al grupo de prospectos es algo que me desagrada completamente, en última instancia creo que cada uno puede decidir, entre los normales, aquel que le parece más interesante o atractivo y no que un director de TV, con el afán de llamar la atención con sus pocos agraciados participantes, considere los elegidos.
No me gustaría enamorarme de ninguno de ellos, no por feos, sino por tontos, porque las formas que el programa establece para 'enamorar' a la princesa sólo hacen que a los prospectos se vuelvan más idiotas y menos interesantes para formar una pareja.
Y todos quieren rescatar a la princesa, la cual extrañamente cumple muy bien su rol. Ante todo, es una mujer joven (23 años) muy guapa, parece más bien modelo que una mujer normal, es independiente, un poco arrogante y trata de demostrar que ella no necesita de un compañero, característica típica de la 'mujer moderna'. Junto con ello se destaca que la princesa tiene una vida bien sufrida, de manera similar a lo que ocurre con las princesas de los cuentos y en este momento, aunque no lo diga, quiere ser rescatada.
También me parece curioso el hecho de que los galanes deban jugársela sí o sí por ganar el amor de la joven, todos deben volverse pátéticos en algún momento y pronunciar una declaración de amor tan cursi que parecen poemas de amor leídos en la web, todo para no abandonar el castillo de la princesa. Uno que otro participante suele citar, a medias, a Neruda pero a estas alturas es casi como cantarle una canción de Cristián Castro. Raro es que a todos les haya gustado la señorita, cierto que es una mujer atractiva, pero y ¿si es pesada?, ¿arrogante?, ¿insoportablemente engreída?, ¿le gustan los lujos y los restarauntes caros? Entonces, todos siguen demostrando lo patético que son los participantes, ninguno de ellos ha dicho 'me voy', ella no me gusta. Sino todo lo contrario.
Una armazón perfecta para el mejor de los cuentos que leímos cuando éramos chicas. Una nueva vuelta de tuerca a la historia que la cultura insiste en mantener a fuego. Nuevamente, el formato de lo 'real' es el que gana más adeptos, en este caso con el condimento de ese amor mágico digno de cuento de hadas.
Dicen que el amor es ciego, sordo y mudo y en este caso creo que podríamos agregar bruto. Las luces de un estudio de televisión han insistido en mantener la ilusión de los cuentos, dándole énfasis a la que narra el hechizo del príncipe-sapo. Recordemos que la historia se acaba cuando ambos se besan, nada se sabe de lo que pasó después, porque aunque digan 'y vivieron felices comiendo perdices' nada asegura la eternidad de la relación.
Y en este caso, menos.

enero 09, 2008

Nuevo Blog

Les dejo el link del blog de mi viaje "Nuestro viaje a las Alturas".
Bellas vacaciones para todos.

noviembre 29, 2007

La mala sangre de Ulises

-¡No te hagas mala sangre!- le dijo Ulises cuando se marchó. Todo fue un juego inocente no más, así que no te hagas mala sangre.
Después de todo la culpa fue tuya al querer ir por lana y salir trasquilada, le dijo el héroe mirándola de reojo.

Impactada por la osadía de sus palabras, se quedó arrumbada frente a las colecciones especiales esperando a que mirara atrás y se retractara.
-No te hagas mala sangre- le dijo. Tomó su rumbo y ya no la miró.

Y se quedó sentada, sin lana para tejer, esperando a ver si es que por curiosidad volvía sobre sus pasos, volvía sobre lo dicho. Pero no.
Y mientras, la sangre se hacía mala sangre porque ya no iba a esperar otros veinte años. Porque ya no habían hilos que enredar y desenredar para matar el tiempo. Si ella no mataba el tiempo, el tiempo la mataba a ella. Cualquier día de estos terminaría con los hilos enredados en su cuello y ese no era un buen final para tan buen escritor.

El osado héroe caminó, caminó, caminó. Y cuando por fin decidió volver - para no hacerse mala sangre- la descubrió coqueteando con uno de los incontables pretendientes.
Y sin lana y sin hilos en las manos.

Ulises, enfurecido y herido en su orgullo de 'macho', se acercó a verificar la increíble escena.

No te hagas mala sangre- le dijo- esta vez la que se marcha soy yo. Quisiste ir por lana y volviste trasquilado.

Penélope tomó su bolsito marrón, se puso su vestido de domingo y se marchó.

noviembre 22, 2007

Un flaneur postmoderno

El sitio on line fotolog.com se ha convertido en una especie de espacio creador de identidad para un sinnúmero de personas. No me atrevo a decir que es sólo la juventud pokemona o pelolais es la que se ha adueñado de estos ‘espacios públicos’ del siglo XXI, sino personas mayores también dedican gran parte de su tiempo a esta actividad. Me parece también que como espacio público (como las plazas y los parques modernos) es casi completamente ‘democrático’ porque, tengas o no un PC conectado a Internet en tu casa, no puedes no tener tu lugar en el sitio y como es de uso gratuito, basta un corto registro para ser parte de él. Esta idea a mi me suena un gustito completamente egocéntrico porque en el noventa por ciento de los sitios, las fotos que aparecen son de rostros, manos, cinturas, ojos que miran al infinito perdido, cortes con flequillo destacados, etc. En síntesis, poses bien de revista VOGUE. Junto a ello, un lenguaje recargado a las x, z, a las síncopas y apocopes los que sirven para dar un sentido 'más expresivo' a la imagen.
Un sitio que hace un análisis del fenómeno fotolog revela que es un espacio de expresión de la juventud actual a través del cual buscan salir del anonimato. Yo pienso que es una obsesión por ser visto, por la política de la pose, por dejar de ser uno más de la cultura masa y ser, por un momento, un sujeto con nombre y apellido. O más bien, con foto y fotolog.
Pero aún quedamos muchos que no nos hemos subido a la ola del flog. Para mi, la palabra sigue teniendo poder y aunque mis post no superen el ‘1 comentario’, prefiero mantenerme en el verso y el párrafo que en el píxel y la palabra cargada a la x. Por eso no uso el flog, sino el blog. Junto con ello, socialmente (a comunidades on line me refiero) el blog tiene una carga mucho más intelectual que el fotolog, dado que el primero es palabra y reflexión y el segundo, solo imagen que muchas veces se queda vacía.
Pese a mi absoluta y casi religiosa negación de subir mi imagen a la red, curiosamente, me he descubierto una extraña obsesión con los fotolog’s que me ha transformado en una perversa voyeur. Ya no más paseante a lo Baudelaire moderno que recorría los cafés de París mirando los ojos de los pobres, ahora existe el voyeur postomoderno que se pasea por los triple doble w punto fotolog punto com.
De ahí, un salto a la intimidad de las personas.
Y me parece que esto es más entretenido que Protagonistas de la Fama porque acá todos son directores de su propio reality y uno, el espectador que tiene un número indeterminado de canales a los que se puede cambiar con un solo clik en el link.
Pero creo esto se pone cada vez peor. Cada vez que caigo en la tentación de escribir la dirección famosa, me paso varios minutos saltando de canal en canal, de señal en señal. Por ejemplo, esta noche perdí varias horas de estudio entrecortado por no poder dejar de leer y mirar las fotografías.
Me hice una cuenta (sin fotos ni identidad) para poder postear a mis primeras alumnas. Pero dejar un mensaje es lo que menos me interesa…me fascina mirar las fotos de las personas. Jamás posteo, yo solo leo. Me entero de las cosas que en la realidad externa van pasando y que se retocan con un poco de dirección o de Photoshop.
Por ello, me parece muy prudente plantear la existencia de un nuevo sujeto de la postmodernidad: un flaneur o paseante postmoderno, que se replegó al espacio privado de la cama, a la quietud del laptop y la señal inalámbrica. Este paseante no se sorprende con las luces de la modernidad, sino con los link de la postmodernidad. Es un paseante que tiene todo el día y toda la noche para recorrer ya no las calles de su cosmopolita ciudad e impactarse con las multitudes, sino para clickear cuanto espacio y sitio se le antoje o cuantas ventanas abiertas soporte la RAM de su notebook.
Lo triste de este nuevo paseante es que ya nada le sorprende, la multitud no existe más allá del laptop y el sujeto, por lo tanto, tampoco. Esto porque se tiene la percepción de que en la web SOMOS y de que afuera NO SOMOS NADA. Para los que buscan la fama por medio de la red, este es el único espacio en el que es posible ser alguien.
Así, se busca cualquier modo de recibir ya sean más post o ser el sitio más visitado o aparecer en las primeras entradas del google.
Frente a esto, el flaneur postmoderno corre el riesgo de perder sus cualidades intelectuales y simplemente convertirse en un alienado clickeador.

De Baudelaire, uno de los poemas más lindos de los Cuadros Parisienses
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!

octubre 29, 2007

CRASH

De los que me conocen o los que han hablado conmigo durante estas dos últimas semanas, cualquiera de ellos podría pensar que la vida me dio la espalda, que se me acabó la buena fortuna, que la pelada me anda rondando o, los más faranduleros, podrían compararme con la Marlen Olivari y, que al igual que a ella, alguna rubia maldadosa me echó una maldición.
Sea cual sea la explicación, el asunto es que estas dos semanas mi cuerpo ha hecho crash y la gota que rebasó el vaso fue el sábado veintisiete a eso de las diez y media de la noche.
Esa noche habíamos decido salir con Rodrigo siguiendo la ruta natural de los pies. Salimos de casa y competimos con otra pareja por dos lugares en el taxi colectivo que nos acercaría a un posible destino.
Nada extraño, hasta entonces.
El vehículo de la estrellita amarilla las empinó por la calle Mapocho y al llegar al cruce con avenida Brasil se produce el primer suceso del relato fantástico: una camioneta de ruedas patonas se dirigía muy campante en sentido contrario. ‘Peligro público’ en una avenida en la cual los vehículos circulan, por las cuatro pistas sentido oriente, a una velocidad promedio de 70 kilómetros por hora. El chofer rápidamente lo esquivó, le tocó la bocina, dijo un par de chilenismos y siguió.
Ante tan extraño suceso, me di vuelta para asegurarme de que la visión era real. Fue en eso cuando la cosa se hizo más compleja y más extraña: un jeep blanco estaba a punto de investir contra el taxi colectivo, con nosotros adentro. Solo recuerdo el color blanco, las luces delanteras, el rojo de luz de freno del taxi y el tremendo CRASH.
Dolor, mucho dolor. Miedo, terror.
Reaccioné en los brazos de Rodrigo que tocaba mi cabeza. Yo decía: me duele amor, me duele mucho. Rodrigo sintió sangre. Creí desmayarme. No hay sangre amor, no te rompiste. Júrame, amor, que no me rompí la cabeza. Júramelo.
Reaccionamos todos. Habíamos sido impactados violentamente por un jeep y yo me encontraba totalmente damnificada. Con el golpe, mi cuerpo se movió como los muñecos de prueba de accidentes de tránsito (iba en el asiento trasero, al medio), mi cabeza se golpeó violentamente con la parte trasera del vehículo, mi cuello se balanceó sin control adelante y atrás. El dolor era tan intenso que yo creía que el parachoques delantero del jeep me había golpeado.
Luego todo se volvió un caos. Me quedé sentada en el mismo lugar, cuidando de no moverme. Una señora se acercó a darme agua. Luego muchas señoras comenzaron a llegar, niños, hombres y muchos, muchos curiosos.
La primera sirena: los bomberos. ¡Por favor, puedo salir caminando! Pero, en su afán de ser héroes me sacaron del auto con todo el show y me dejaron acostada, e inmovilizada, en la vereda ante la mirada curiosa de las decenas de personas que habían llegado hasta entonces. Había que esperar que llegara la ambulancia.
La segunda sirena: carabineros siguiendo el proceso. Su nombre, su edad, su fecha de nacimiento, su nivel de estudios, su estado civil, su profesión (por primera vez lo dije: profesora). Mientras yo, tendida en el suelo, le gritaba cada uno de los datos que me pedía.
Tercera sirena: la ambulancia del SAMU. Tómenle el pulso. Inmovilícenla por completo. A la camilla a la cuenta de tres (oh, ¿y si no pueden levantarme?). UNO-DOS-TRES. Rodrigo quédate a mi lado, que me muero de vergüenza. A la Posta Central.
A esas alturas el dolor del cuello iba en aumento. Me dolía la cabeza y me estaba dando sueño. No me dejaban dormir. Me subieron a la ambulancia y encendieron la sirena. No me di cuenta de cuando llegamos a la urgencia de la posta y me ingresaron como a los pacientes de E.R.
El dolor era cada vez más intenso. El hematoma de la cabeza crecía y crecía.
Y me estaba volviendo loca de estar inmovilizada. Quería mover las piernas, ¡por favor, suéltenme un poco! ¡Atiéndame que me duele!
Para dejar de pensar en el dolor Rodrigo me hacía reír. Después de todo el paseo tenía su toque: me llevaban de un lado a otro en camilla, llena de cuerdas y con la cabeza envuelta en aparatos que impedían mi movimiento. Habíamos paseado en un vehiculo de emergencia (era mi primer paseo en ambulancia y con sirena y todo).
Me enviaron a rayos para ver qué tipo de lesión tenía. Cuando salí de la sala de urgencia Rodrigo, haciéndome reír nuevamente, me dijo: ¿a dónde te llevan mi amor? ¿a la morgue?
El diagnóstico: esguince cervical.
Ahora estoy en cama, con un cuello de repuesto que sujeta mis vértebras, con dolor intenso en el cuello, pero viva.
¡Te quedaste con cuello mi amor!
Así fue. Nos quedamos sin paseo, sin cena, sin nada. O sea, con una historia divertida que contar, porque afortunadamente me puedo reír y, aunque duele mucho, no tengo que lamentar nada más.