enero 30, 2008

XIV

Noche a noche aparecía como un fantasma que me observaba desde lejos. Una atmósfera húmeda, como si las gotas de la lluvia se negaran a caer, pero no a mojar. Unos peces que vuelan, rescatando al héroe de la furia de Poseidón, la cruel princesa mira impertérrita la horrenda escena en que el embrujo del mar insiste en devorar al héroe.
Pero el asunto parece mentira. Ya no cree en héroes odiseicos que se atrevan a cruzar el mar por el amor de una mujer. Es para reírse. Y lo hace.
Sin embargo, la humedad del aire es real. Sí está mojada. El héroe corre a su lado, intentando huir de la humedad que se transforma en gotas, en chorros, en ríos, en mares de lluvia, en una cuarentena diluvial, que incita a huir.
La calle, la de los sueños de la infancia. La boca y el silencio. La inmanencia de la sospecha. No más. Es mejor así.*


*De 'Cuentos extraños e iracundos'.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú no sabes de algún taller literario que sea interesante?

Me gustaría pulirme en ese aspecto, tengo entendido que tú estudias Castellano/Lenguaje, a lo mejor me puedes recomendar alguno, por edad es medio dificil que me meta a Balmaceda 1215.


Me encantó lo que escribiste.

Saludos!!